Extensively quoted in El Faro article by Daniel Valencia Caravantes and Jimmy Alvarado on 17 August

To read the entire article, “La region de los que huyen,” click on this link: http://www.salanegra.elfaro.net/es/201408/cronicas/15827/ . 

EXTENSA CITA EN EL ARTÍCULO DEL FARO POR DANIEL VALENCIA CARAVANTES Y JIMMY ALVARADO, EL 17 DE AGOSTO

Para leer el artículo completo, “La región de los que huyen,” clic en este link: http://www.salanegra.elfaro.net/es/201408/cronicas/15827/ . 

5. Elizabeth teme por los niños

Elizabeth Kennedy es una investigadora originaria de San Diego, California, que se especializó en migración forzada porque desde joven le gustó trabajar en albergues en aquella ciudad, que daban refugio a niños migrantes mexicanos y centroamericanos. Años más tarde, cuando sacó su maestría, en Inglaterra, compartía el tiempo de sus estudios trabajando como voluntaria en un refugio para niños migrantes afganos. Niños que habían huido de la guerra en su propio país. De regreso en San Diego, mientras preparaba su doctorado, hace seis años, Elizabeth sospechó que algo muy grave ocurría con los niños de Guatemala, El Salvador y Honduras que ella atendía. Elizabeth enseñaba escritura creativa, danza latina; dirigía un club de libros y de arte. Cuando compartió de cerca con esos niños fue cuando supo que algo andaba muy mal.

—A veces conversaba con niños y adolescentes sobre por qué salían de sus países. Muchas veces me escribieron que tenían miedo de quedarse. Tenían miedo de las maras, del crimen organizado, de los carteles. En escritura creativa escribimos sobre nuestras vidas. Entonces muchas veces me escribieron sobre violencia entre pandillas, y sobre cómo es ser perseguido. Algunos habían tenido padres que habían sido asesinados, madres matadas, hermanos matados, entonces, cuando yo llegué aquí a El Salvador sabía que algunos sí tenían miedo y se sienten perseguidos, tienen miedo de salir a la calle, y cosas así.

De lo que le contaron esos niños, Elizabeth recogió insumos para escribir un ensayo para la universidad de Oxford que tituló “Refugiados de las pandillas centroamericanas”. Elizabeth es una académica que ha estudiado de cerca la migración infantil desde 2010. Decidió residir en El Salvador un año como parte de su programa de doctorado para estudiar el fenómeno. Su interés radica en que ella presenció cómo en los últimos tres años cada vez más niños del triángulo norte de Centroamérica continuaban llegando a Estados Unidos. Armó maletas y se radicó en El Salvador para tratar de entender el fenómeno. Un fenómeno que hace dos meses acaparó las noticias internacionales, luego de que se filtraran fotografías de los albergues que retienen a los menores migrantes en Estados Unidos, y de que el presidente Barack Obama reconociera que tenían una tragedia humanitaria con los más de 50 mil niños migrantes que cruzaron la frontera y fueron detenidos sin compañía de adultos.

A la fecha, Elizabeth Kennedy ha entrevistado a más de 500 menores migrantes de El Salvador. Ha sistematizado las respuestas de 322 menores, y encontró que el 60.1 % respondieron que el principal motivo por el que se habían ido del país es la violencia.

Ella hace un resumen:

—145 viven en barrios con maras. La mitad de ellos vive en zonas rojas, con las dos maras en esa zona. 130 van a la escuela a lugares donde hay una presencia de maras cerca, en parques, calles o esperando en la calle a horas de entrada y salida. 100 de ellos tiene presencia de maras dentro de las escuelas. 109 recibieron amenazas de meterse (a las maras) o morirse. 70 han dejado de ir a la escuela por miedo. 33 tienen miedo de salir a la calle. Ya no van a la iglesia por el miedo. 14 tienen padres que fueron asesinados por las maras.

—En esas 500 entrevistas, ¿ha identificado algún patrón de persecución? ¿O similitudes?

—Las amenazas empiezan cuando están saliendo de la escuela o en el barrio. Si viven en una zona roja, cuando cruzan una frontera que está en control de otra pandilla. Si son testigos de algún asesinato empiezan a tener problemas. Es una cosa familiar. Si una niña rechaza el pedido de ser novia de un marero toda la familia está afectada. Si ella tiene un hermano de 13 años, este tiene la presión de involucrarse en la mara por la falta de su hermana. Es consistente entre las familias. No afecta solo al adolescente, sino a toda la familia.

—¿Qué pasa con los jóvenes que han hecho denuncias?

—Solo 16 han hecho denuncias. 200 de los 322 no quieren hacerla. Dicen cosas como esto: “la Policía y los mareros son lo mismo”, “hay fuentes de información dentro de la Fiscalía y la Policía”, “si hago denuncia, ellos van a saber”, “los mareros dicen que si denuncian, nos van a matar”, “uno no sabe quién es quién”, “las paredes tienen oídos”. No quieren hacer denuncias, porque piensan que los problemas van a empezar después de hacer una denuncia.

En El Salvador no existen indicadores que describan el impacto que tiene la violencia en la migración infantil. Ni en Guatemala. Ni en Honduras. Recientemente, hay un dato que sí ha dejado asombrados a otros norteamericanos, y que incluso fue avalado a finales de julio por el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández. A raíz de la preocupación por el incremento de la migración infantil hacia Estados Unidos. El Departamento de Seguridad Interna de los Estados Unidos reveló que el 70 % de los niños migrantes que ingresaron a suelo estadounidense provienen de los 30 municipios más violentos de Centroamérica. La lista la lidera Honduras, con San Pedro Sula, la ciudad más violenta del mundo a la cabeza. El Salvador y Guatemala no se quedan atrás, y sus dos ciudades capitales también aparecen en esa lista.

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